Fue en enero cuando hicimos el
traspaso de responsabilidades para llevar actualizado el Blog. Por unas cosas o
por otras los jóvenes no lo han hecho. Sus motivos tendrán…
Me tomo la libertad de hacerlo
yo, y más me hubiera gustado no tener que escribir estas líneas para contar lo
que ya todos sabéis y es que nuestro Párroco, D. Luis Marín ha fallecido este
pasado 10 de mayo.
Llegaba a la parroquia en octubre de 2010, y… cosas de la vida, en diciembre de ese mismo año se le diagnosticó el cáncer que ha acabado con su vida terrenal…. uno tenía que ser el trampolín, el puente… y a D. Luis le tocó esta larga enfermedad que a pesar de ser dura, no lo ha tratado del todo mal, pues hasta marzo de este mismo año, hizo una vida casi normal.
“se murió el día que le diagnosticaron la enfermedad”, decía uno de los hermanos de D. Luis en uno de esos ratos de conversación en el tanatorio. Y es que nuestro párroco , que era muy inteligente, sabía que con el diagnostico, iba firmada también la sentencia de muerte.
Muchas veces , al preguntarle
como iba, me respondía sonriendo: “pues muriéndome” , y entonces comenzaba por mi parte la misma retahíla de siempre: “los
milagros existen y siguen sucediendo día a día, D Luis”. Recuerdo su mirada,
aquella mirada acompañada de su sonrisa de “medio lao” que parecía decirme: “Gracias
por intentar animarme”.
También hablamos varias veces de
la muerte, y ambos coincidíamos en afirmar: los cristianos sabemos que hay que morir,
tenemos que morir como el grano, para dar los frutos eternos.
No quiso dejar la parroquia, ni
la vicaria general de la diócesis, porque entendía que esta era la cruz que había
de llevar por sí mismo hasta el calvario y así lo hizo. Tuvo muchos y buenos cireneos, aunque está claro
que entre todos ha destacado el P. Diego, vicario parroquial, que desde el
principio se ha desvivido para que no se notara la ausencia del párroco, para que todos estuvieran atendidos,
aguantando muchas veces la insolencia de algunos .
En el poco tiempo que pudimos
disfrutar de su presencia, demostró que el grupo de jóvenes le interesaba y no
era difícil encontrártelo cualquier tarde de catequesis, abriendo discretamente
la puerta simplemente para saludar, como si quiera con este sencillo gesto,
demostrarnos su cercanía.
Se nos ha ido al cielo y nos deja
un poco huérfanos otra vez. Digo un poco porque, hasta que nuestro Obispo
decida lo contrario, será nuestro querido Padre Diego (que así le llamamos) el
que dirija la vida de la Parroquia.
Gracias Dios bueno por la vida de
Luis. Esperamos que, cuando nos llames también a nosotros, nos permitas poder
fundirnos en el abrazo eterno con nuestro Párroco.
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